domingo, 5 de octubre de 2008

Cuando el arte se convierte en lujo

Hoy veo Las Cosas un poco diferentes: lo novedoso en un inicio poco a poco ha ido escalando la campana de Gauss hasta llegar próximo a su cima. Allí donde la normalidad arropa Las Cosas en sus brazos, convirtiendo lo Nuevo en "normal y corriente".

Es cierto que una parte de mi sigue alucinando con toda esta extravagancia y lujo; pero esta vez no está sola, le acompaña otra que también alucina, pero no por el "glamour" que transpiran esos tantos coches estrafalarios, esas tantas tiendas ostentosas, casas y mansiones inhumanas, sino por la ingente cantidad de tiempo, energía y dinero que es empleado -y permítaseme decir que derrochado- en perseguir su consumación. Un fin que para mi evoca y se concentra en la imagen; la pura estética de la superficie da Las Cosas.

Para mi es un mal que sufrimos todos: hoy en día somos tan gratuitamente encandilados por el destello que refleja esa superficie que sólo se me ocurre relacionarnos con las cientos de polillas absortas por la luz de un farol. Y no sólo eso, sino que encimahemos recubierto esa luz de una promersa que tiene a media humanidad anonadada: que la felicidad es acumulativa y la superficie de Las Cosas su moneda de intercambio.

He comprobado los efectos de este fenómeno con mucha una frecuencia, hasta llegados el punto en el que estoy casi seguro de que en estas regiones se encuentra su epicentro. Aquí puede apreciarse su ecuación, donde cantidad de artistas parece ser inversamente proporcional a la calidad de su producción "artística". No exagero al decir que brotan al mismo ratio que una plaga de cetas en el bosque, o como la proliferación agresiva de cualquier animal no autóctono en tierras virginales. Parece que aquí se valora más la ostentosidad que la sutileza y el detalle. Y hacia lo mismo apunta la tendencia enfermiza de justificar cualquier producto del Mal Gusto y Falta de Talento con la tan recurrida frase de que "todo-es-arte-solo-depende-de-la-perspectiva". Gracias a ésta la más vil de las pajas mentales, siempre y cuando apoyada por un sobrenombre reconocido, puede de súbito ser el continente de la más excelsa de las expresiones artísticas. Basofia, ciego culto a lo mediocre, esto es lo que impulsa todo este despropósito, donde arte y lujo son dos términos tan entrelazados que han llegado a formar una sola -y grotesca- mezcla.

Podría bien rebatírseme que si quién soy yo para definir la linea que traza la división entre tan antagónicos reinos. Y acertada sería la acusación si quisiese convenceros de algo con opiniones camufladas de certezas. Pero no es el caso. Apenas y deseo expresar un descontento que surca mi interior, aceptando de antemano el riesgo de parecer pretencioso. Os hablo por tanto desde la óptica de la mera opinión personal. Y ésta me dice que el arte es un medio para trasdencer el espíritu hacia otras “colocaciones". Que el arte es capaz de mover el espíritu. Que este es su verdadera esencia y objetivo. Y lo único que mueve el lujo es el ego, ya de por si regordete, hacia banquetes que habrán de seguir inflándole hasta que su amorfa y crecida masa reviente.

Me gustaría saber si mi pseudo-análisis es compartido, y para ello seguiré la tendencia actual de creer que la suma de muchas subjetividades crean verdades objetivas. Por ello me gustaría saber qué opinais al respecto. Asi que lanzo la pregunta ¿Qué creéis que hace al arte, arte? ¿Creéis que se está convirtiendo poco a poco en mero producto del lujo?

En fin serafín, esto de escribir resulta bastante terapéutico, especialmente a falta de ese amigo con el que siempre recaían mis quejas para con el mundo y sus manifestaciones más viles. :)

No me despido sin deciros que a pesar de todo este lugar esconde algo de salvaje que indudablemente mueve y conmueve y remueve...

Y ansío empaparme de ese algo.

Un abrazo!

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