miércoles, 29 de octubre de 2008

Inciso, paréntesis, corchete

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Compadres!

Sólo deciros que sigo palpitando, aunque al final se me ha ido la musa de tanto descuidarla. Lo digo por mi cámara, que la he abandonado demasiadas ocasiones en que debería de haber sido mi compañera de viajes. Por eso ha estas alturas seguramente habré dejado de gustare, después de todo me estoy convirtiendo en una rata de biblioteca: los exámenes están cundiendo sus efectos de forma eficaz y efectiva. Algunos creen que son mecanismos de adoctrinamiento y "amasamiento" para una juventud inherentemente revoltosa. Si es así, de verdad que lo consiguen: hace una semana que soy un ser alienado, otro más del montón que se apila en formaciones inhumanas por los pasillos, lecutre-halls y habitáculos de la Geisel library. Hoy apenas somos el residuos de lo que una vez fuimos, una plaga de zombis de subclase 2 -no nos atrae la carne viva, sino los libros. ¡Zombis come-libros! A este subroducto del inframundo nos hemos rebajado...En fin, que hoy es mi último "midterm", así que probablemente encontraré el antídoto para esta desdeñable condición con una buena dosis de surfing en la playa de Black's beach. Seeeeh!

Es muy probable que seáis pocos los que lean estas palabras, pero para vosotros ya es bien merecido el esfuerzo. :) Para los que quedáis por estos rumbos olvidados de las crónicas de un becado en América, a vosotros, os envío un abrazo caluroso (qué otro sino, estando en cali-fornia, horno caliente). Y una fotito que inspira la imagen del loco, del viajero, del trotamundo, del joker...



La primera vez que la vi me dejó embobado jeje,

Salut!

viernes, 17 de octubre de 2008

Tarde italiana



La invitación sonaba apremiante. Ibamos rumbo a la fiesta anual de Little Italy, un barrio de San Diego dizque emulando, como el nombre lo indica, el típico barrio Italiano. Pues bien, de típico ná de ná, especialmente si vas con un grupo del programa de Intercambios compuesto casi en su mayoría de Italinanos que no paran de recordártelo. Sí, sí, son los de aquí abajo.


Despotricar contra aquello parecía ser un arte que dominaban a la perfección. Que si esto de Italy tiene lo que yo de gringo, que si aquello y lo otro... En fin, que tienen toda la razón, pero bien sabemos que a los gringos les encanta presumir especialmente de aquello que carecen. Aunque también sabemos que por más Little Italy's que fabriquen esto seguirá siendo una región construida de la nada hace apenas un centenar de años. Y esa sensación que ofrece las callejuelas Europeas se consigue no con pasta si no a fuerza de milenios. La pasta compra ostentosidad, funcionalidad y rascacielos como el de abajo...


Pero nunca podrá comprar un barrio Gótico de Barcelona o un pueblito Siliciano. Nanai.

Aún no siendo Italia ha sido una velada muy agradable en compañía de gente cojonuda. Hacía tiempo que no me hinchaba tanto de reír, y más tiempo aún en estar rodeado de tanta gente paseando. Porque la verdad es que aquí el peatón es un bien escaso, muy escaso. Y acostumbrado uno al paseo y a las calles de Gracia, pues la verdad esque una tarde como esta es de agradecer.







Otra cosa que me llamó la atención es lo absortos que está la plebe con el tema de las elecciones. Pero lo increible no es la expectación, que en parte es comprensible, sino lo absolutamente bipolarizada que está gran parte de la población. Multitudes de a millones y apenas dos colores que les representen. Pareciera que aquí se es A, B, o un antipatriota-terrorista-que-merece-una-muerte-súbita-en-guantánamo. Vaya tela jeje.





Pero bueno, esta es otra historia que merece trato en otra ocasión. Por el momento os dejo con la foto del verdadero rey de esta fiesta...



Un abrazo!

martes, 14 de octubre de 2008

¿Quién dice que California es solo Sol, playa y desierto?

Hasta hoy había participado de esta creencia como quien se cree poseedor de una verdad fundamentada en el peso de la mayoría. Pero el hecho de estar rodeado de árboles centenarios, en una tierra donde Bambi y sus descendientes aún siguen pululando en libertad, que mi primeriza cosmovisión Californiana ha sido irremediablemente quebrantada. Hoy ya no comulga tanto con la arquetípica imagen de los vigilantes de la playa, igual de repleta de tías de plástico en pelotas y de surferos empedernidos que de ratas acosando el metro de Barcelona, sino que ve en California una tierra de contrastes por excelencia. Una tierra donde los aires ya no son sólo cálidas ráfagas costeras, sino la unión de vientos de procedencias tan dispares como sus propias características. Nunca me hubiera imaginado, por ejemplo, encontrarme en medio de un pueblo de menos de cien habitantes aposentado en el pie de una montaña, donde todos concentraran sus esfuerzos diurnos en realizar una sola tasca con maestría: la de crear los mejores “apple pies” del condado. O descubrir a una familia de campesinos (y terratenientes) vendiendo manzanas y peras recién cogidas de su última cosecha en medio de la nada, como quien se encuentra... yo que sé, un máquina de refrescos en medio del desierto. ¡Y todo ello a escasas 80 millas de San Diego!

En fin, una cosa es segura: la atenta mirada del mundo apenas y ha recaído sobre estas regiones interinas que recién he descubierto, lo que le confiere al lugar un aire fresco y renovado que desde luego merece la pena ser respirado, especialmente para quienes tengan el cuerpo magullado por los azotes y vicios de la gran ciudad. O para el viajero que busca ese refugio que sólo ofrece la solemnidad de una montaña. Para todos ellos adentrarse en el interior de California y descubrir esa otra cara de su realidad desde luego no tiene desperdicio.

Dicen que todo viaje se mide por la calidad de sus contrastes, tanto psicológicos como geográficos. Pues bien, California tendrá más de aquello y menos de lo otro, quizás culturalmente deje entrever una cierta inmadurez a falta de experiencia; pero os aseguro una cosa: que de contrastes y extremos, si eso eso lo que buscáis, California va servida.





















domingo, 5 de octubre de 2008

Cuando el arte se convierte en lujo

Hoy veo Las Cosas un poco diferentes: lo novedoso en un inicio poco a poco ha ido escalando la campana de Gauss hasta llegar próximo a su cima. Allí donde la normalidad arropa Las Cosas en sus brazos, convirtiendo lo Nuevo en "normal y corriente".

Es cierto que una parte de mi sigue alucinando con toda esta extravagancia y lujo; pero esta vez no está sola, le acompaña otra que también alucina, pero no por el "glamour" que transpiran esos tantos coches estrafalarios, esas tantas tiendas ostentosas, casas y mansiones inhumanas, sino por la ingente cantidad de tiempo, energía y dinero que es empleado -y permítaseme decir que derrochado- en perseguir su consumación. Un fin que para mi evoca y se concentra en la imagen; la pura estética de la superficie da Las Cosas.

Para mi es un mal que sufrimos todos: hoy en día somos tan gratuitamente encandilados por el destello que refleja esa superficie que sólo se me ocurre relacionarnos con las cientos de polillas absortas por la luz de un farol. Y no sólo eso, sino que encimahemos recubierto esa luz de una promersa que tiene a media humanidad anonadada: que la felicidad es acumulativa y la superficie de Las Cosas su moneda de intercambio.

He comprobado los efectos de este fenómeno con mucha una frecuencia, hasta llegados el punto en el que estoy casi seguro de que en estas regiones se encuentra su epicentro. Aquí puede apreciarse su ecuación, donde cantidad de artistas parece ser inversamente proporcional a la calidad de su producción "artística". No exagero al decir que brotan al mismo ratio que una plaga de cetas en el bosque, o como la proliferación agresiva de cualquier animal no autóctono en tierras virginales. Parece que aquí se valora más la ostentosidad que la sutileza y el detalle. Y hacia lo mismo apunta la tendencia enfermiza de justificar cualquier producto del Mal Gusto y Falta de Talento con la tan recurrida frase de que "todo-es-arte-solo-depende-de-la-perspectiva". Gracias a ésta la más vil de las pajas mentales, siempre y cuando apoyada por un sobrenombre reconocido, puede de súbito ser el continente de la más excelsa de las expresiones artísticas. Basofia, ciego culto a lo mediocre, esto es lo que impulsa todo este despropósito, donde arte y lujo son dos términos tan entrelazados que han llegado a formar una sola -y grotesca- mezcla.

Podría bien rebatírseme que si quién soy yo para definir la linea que traza la división entre tan antagónicos reinos. Y acertada sería la acusación si quisiese convenceros de algo con opiniones camufladas de certezas. Pero no es el caso. Apenas y deseo expresar un descontento que surca mi interior, aceptando de antemano el riesgo de parecer pretencioso. Os hablo por tanto desde la óptica de la mera opinión personal. Y ésta me dice que el arte es un medio para trasdencer el espíritu hacia otras “colocaciones". Que el arte es capaz de mover el espíritu. Que este es su verdadera esencia y objetivo. Y lo único que mueve el lujo es el ego, ya de por si regordete, hacia banquetes que habrán de seguir inflándole hasta que su amorfa y crecida masa reviente.

Me gustaría saber si mi pseudo-análisis es compartido, y para ello seguiré la tendencia actual de creer que la suma de muchas subjetividades crean verdades objetivas. Por ello me gustaría saber qué opinais al respecto. Asi que lanzo la pregunta ¿Qué creéis que hace al arte, arte? ¿Creéis que se está convirtiendo poco a poco en mero producto del lujo?

En fin serafín, esto de escribir resulta bastante terapéutico, especialmente a falta de ese amigo con el que siempre recaían mis quejas para con el mundo y sus manifestaciones más viles. :)

No me despido sin deciros que a pesar de todo este lugar esconde algo de salvaje que indudablemente mueve y conmueve y remueve...

Y ansío empaparme de ese algo.

Un abrazo!

sábado, 27 de septiembre de 2008

Recuerdos tangibles...



Aaah... cómo añoraba bañarme en las aguas del Gran Pacífico. Pero aquí no solo es un elemento de contemplación o de disfrute pasivo como en el Mediterráneo. No. Aquí corrientes y olas son traviesas y juguetonas, provocadoras, siempre invitándote -y forzándote- a entablar con ellas un duelo constante: no puedes simplemente recostarte en el agua y olvidarte del mundo -a menos que desees ahogar tus pulmones-, uno tiene que estar alerta en todo momento, calcular la distancia de quiebre de la ola, su inclinación y tamaño apenas y cuando ésta aparece tímida en el horizonte. Y luego, si tu sentido geométrico-matemático está fino, el elemento acuoso en forma de tubo o diminuta montaña puede llevarte a sensaciones de poder jamás experimentadas. Pero ayer no fueron simplemente las olas las principales actrices del día. Fue la playa, definitivamente, pero en un formato distinto al habitual: una fogata nocturna llena de detalles que suscitaban cientos de recuerdos de otras épocas, cuando vivía en Baja California Sur.



Qué rico volver a sentir el calor abrasador en mis dedos mientras doro un marshmellow, rodeando el fuego bajo un cielo que permite apreciar el brazo de la Vía Láctea; y especialmente ese olor, ese olor que siempre acarrea consigo la brisa marina y que tantos suspiros despierta... Pero hasta hoy había faltado un ingrediente especial que esta vez ha estado presente: el estar en compañía de quienes aprecias. Hoy me he sentido cálidamente acogido, como quien por fin encuentra ese refugio que todos tenemos con alguien, en algún lugar o con algo.








Hoy atesoro muchos de los momentos que me han regalado el día y la noche: serán ellos el material de mis recuerdos el día de mañana, la prueba -aunque no concluyente- de que todo esto no está siendo un mero sueño, o un engaño minuciosamente elaborado por arte de quién sabe quién. He conocido pues a mucha gente de procedencias desiguales, a menudo de distintos continentes, cada cual elaborando sus pensamientos en una lengua materna distinta a la mía. Parecería pues que todos somos a grandes rasgos diferentes y con peculiaridades difíciles de encajar las unas con las otras. Sin embargo ante tanta aparente diferencia hay en la mayoría de nosotros un detalle común, un vínculo que nos une y se expresa en nuestros ojos en forma de chispa o destello: es la curiosidad y fascinación del niño que nos acompaña por igual, esa mirada ingenua que encuentra en los detalles mares de información con la que entretenerse y regocijarse cual alimento novedoso para el espíritu. Quizás también se deba a una ambición compartida: esto presenta para muchos una oportunidad particular de enfocar y ser enfocados por la vida hacia otros destinos. Quizás esta tierra, la de este continente más virgen, sea quien acune y coseche las pequeñas semillas que vamos esparciendo en nuestras andanzas... Pero como en todo, sólo el tiempo lo dirá.










miércoles, 24 de septiembre de 2008

Union Station

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En la entrada leo el siguiente letrero: "Welcome to Union Station" Pero no logro asociar lo que veo con lo que supuestamente es. El lóbulo occipital me asegura que esto es un estudio de Holywood, sin lugar a dudas. El área de Wernick de mi lóbulo temporal, en cambio, me asegura haber entendido que esto que veo es una estación de tren. O al menos así lo indican los tantos mapas y letreros que minuciosamente ha escrutado. Y ante la duda aparece inevitable la disonancia cognitiva, resultado de la confrontación entre dos supuestas verdades procedentes de mis distintas áreas cerebrales, todas ellas haciendo uso de la memoria a largo plazo para justificar sus aseveraciones. ¿Cómo puede una vil estación de tren presumir de este diseño? Pero otro yo procedente de otra región cerebral de cuya procedencia desconozco ya me ha dado la solución a este conflicto: Estoy en la ciudad de los ángeles, donde lo imposible y lo raro es posible y cotidiano. Rápida descripción: el techo es de madera noble, tapizado por trazados que siguen un patrón geométrico de colores pardos, verdes grises y naranjas amaderados; de él se desprenden media docena de lámparas de hierro en forma de grandes círculos, como sacados de "la historia interminable", o del Gotham de Batman; el suelo es de mármol y conjuga a la perfección con el techo, las paredes y los sillones de piel y madera minuciosamente trabada. El resultado: esta atmósfera de comfort y lujo que inunda el lugar y lo hechiza -gente incluida-.

Pero ¿por qué ahora, cuando estaba ya por despedirme de esta ciudad desconcertante, con dos maletas y billete de tren en mano, preocupado por los algoritmos y acertijos de un horario maldito, por qué ahora a ésta se le ocurre apantallarme y deslumbrarme otra vez?

En fin. Que alucinando he perdido el tren. Pero al estar aturdido no me sabe mal en absoluto. Me quedaré un par de horitas más en esta estación de ensueño, importunando cual turista empedernido el sacrosanto lugar y su gente con una ingente cantidad de flashes y ruido fotográfico. Jojojo

Union Station














martes, 23 de septiembre de 2008

Querido burrito

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Regalo de las planicies de Norteamérica, tú que guardas un interior tan rico en nutrientes como en calorías, tan rico en sabores y texturas, y sabes apreciar los placeres marítimos y terrestres sin hacer distinciones, revistiendote ya de camarones, ya de arroz con aguacate y frijoles, ya de carne asada y verduras varias; tú que gratamente sustentas toda dieta Americana, a ti, querido burrito, señor último de los tacos, a ti te dedico estas palabras de agradecimiento y complacencia, porque tu presencia siempre que se antoja se materializa en cuestión de minutos, y por ello, por no fallar nunca a nuestras citas, y por estar siempre a mi lado y en mi estómago en los momentos en que más te necesito, te rindo el más sincero de los homenajes que un humilde y humano servidor puede ofrecer.

Con todo el cariño,

Rubén



martes, 16 de septiembre de 2008

Cuando el arte se convierte en lujo

Sufridos en primera persona los efectos anesteciantes del impacto de todo cuanto se te presenta por primera vez, os confieso que ahora veo las cosas un poco distintas. Si bien es cierto que una parte de mí alucina con tanta extravagancia y lujo, otra también lo hace, pero no por el brillo del glamour que transpiran esos tantos coches, esas tantas tiendas, y esas tantas casas y mansiones, sino por la ingente cantidad tiempo, energía y dinero que es empleado y derrochado en perseguir ese fin. Un fin que evoca y se concentra en la imagen; la pura estética de la superficie da Las Cosas. Y para mí, el verdadero valor de la estética de la superficie de Las Cosas es, como lo indica su nombre, superficial, epidérmico, absurdo. Pero que hoy en día, absortos por ese primer destello de las cosas, hemos recubierto de promesas doradas y profundidades artificiales. Hemos descuidado, bien en el fondo, lo realmente sustancial: cultivar el arte de la intuición, de la atención en sus sentido etimológico, concentrar nuestra mente en aprehender aquello que es observado.

Esto que os digo lo comprueban mis ojos y mis oídos cuando a menudo, en alguna galería que he visitado, en alguna casa de algún supuesto artista que he frecuentado, hay más valor en el material empleado que en el contenido propios del cuadro o o la foto... Un culto a lo mediocre se confunde, demasiado a menudo, el arte con el lujo.

Para mi no hay relación más grotesca que la que han presenciado mis ojos. Ahora bien, quién soy yo para definir la linea que traza la separación entre tan antagónicos reinos? Evidentemente mi formación en arte también es escasa y mediocre. Ya ves, mediocres criticando a mediocres, cómo burro que critica las orejas de otro burro por larga. Por ello que no pretendo convenceros con falsas verdades. Apenas y comparto mi impresión: os hablo desde la óptica de la mera opinión personal, subjetiva y bonita ella, que me dice que el arte es un medio para trasdencer el espíritu hacia otras “colocaciones", otras formas de aprehender el mundo. Unos creen que lo eleva, pero para mí lo importante es que le mueve. El arte es capaz de mover el espíritu. Y lo único que mueve el lujo es el ego hacia banquetes que habrán de inflarle hasta que su amorfa y crecida masa reviente.

A pesar de todo este lugar esconde algo de salvaje que indudablemente mueve y conmueve y remueve, que proviene de la virginidad de su naturaleza...

Ansío empaparme de ese algo

Buildings of the Unknown

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Today was a gray day at USCD: clouds shaded the sky threatening to storm while the wind blew strong and cool like razor blades gently cutting my skin. But I was thrilled, thrilled to be there, observing amazed the majesty of those buildings that arose in my eyes like bulldoze rocks forged by Giants with great mastery. I was amazed by their trace, their glints of light reflexed by their many mirrors and windows, all pointing straight to the sky... A day I found -or was found- by a magical being: a sheep of an untold story of lost and recovery. She who knows the path that leads to the yet unrevealed Library of Wisdom. In its surreal entrance I read, in deep blue, green and red: Read, Write, Think and Dream. One who angers knowledge needs of no more than to follow this sacred Four Ways to Wisdom.