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Bienvenidos a Venice Beach, playa de desérticas proporciones delimitada por un paseo poblado por seres submundanos, mundanos y supramundanos. Venice no seria Venice sin esa mezcla imperdible de artistas callejeros cuyo más o menos arte acompaña al viajero durante su exótico trayecto. Son sus músicos extraños, pintores estrambóticos, vigilantes de la playa -humanos y no humanos-; son sus bailarines de aserrín y metal dando la bienvenida al recorrido, dejando entrever que quienes se adentran en esos lares abandonan -quzás forever- el reino de lo conocido; son sus bicicletas - más bien carruajes- de diseños extravagantes, sus lobos al acecho de turistas desde el tejado de algunas de sus casas; son sus directores, guionistas, actores y cámaramans, todos ellos con cronómetro en mano y coreografía ensayada, así sin más, en medio de todo el bullicio... Son sus Djs, forzados de las discotecas -donde son plaga- y abnegados a pinchar en sus tiendas de ropa; son sus coches caricaturescos redefiniendo y revolucionande el arte en cuatro ruedas...
En fin, Venice, donde la locura es cuerda, y lo cuerdo, locura.
lunes, 8 de septiembre de 2008
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